Como si los debates definieran el rumbo de las elecciones el que tuvieron las candidatas Claudia Schieumban, Xóchitl Gálvez y el candidato Jorge Álvarez Máynez decepcionó a millones de ciudadanos porque fue anunciado como si hubiera sido una pelea del Canelo Álvarez, pero igual que en el box, no pasó nada.
Los tres estuvieron muy en su papel y expusieron las propuestas que todos los días promueven en su campaña y cuando hubo, uno que otro reclamo, denuncia y señalamiento, ninguno de los participantes contestó por el temor de que su respuesta hubiera cambiado la trayectoria de los votos.
Si hubiera un ganador del debate por supuesto que son los ciudadanos, quienes se dieron cuenta de la pobreza que los tres candidatos tienen para debatir y es necesario que el INE cambie el formato de este ejercicio para sea más atractivo y los electores conozcan realmente lo que piensan los candidatos sobre los problemas nacionales.
Desde luego que la intención del voto se mantiene y no habrá cambio alguno después del debate, todo sigue igual, aunque la imagen y el mensaje de las candidatas y el candidato deben cambiar por tres razones:
Claudia parece una momia, habla porque tiene que hacerlo y repite lo mismo de siempre. A Xóchitl deben dejarla ser cómo es, sencilla y espontánea y a Máynez ni cómo hacerle, se ve mejor en la tribuna de la Cámara de Diputados que de candidato a la presidencia.
En resumen, el debate decepcionó: Claudia nunca contestó cuestionamientos porque no le conviene hacerlo ante el fracaso del gobierno de Andrés Manuel López Obrador.
Y lo peor es cuando expresó: Si tienen pruebas que denuncien, en referencia a los negocios que los hijos de AMLO hacen al amparo del poder presidencia.
Xóchitl no fue la Xóchitl que conocemos y cuando pudo ganarse el voto de miles de tamaulipecos cuestionó la presencia de Geño Hernández en la elección diciendo que había salido de la cárcel y ahora era candidato.
Y Máynez con su sonrisa permanente no se sabía si estaba nervioso, se burlaba de las candidatas o lo hacía creyendo que se ve muy bien y no es así, porque parece que está enfermo.
De salida. No estamos de acuerdo con la incursión del ejército ecuatoriano en la embajada de México, pero tampoco nos envolvemos en la bandera nacional para defender la soberanía mexicana después de escuchar al presidente Andrés Manuel López Obrador ofender a las autoridades de Ecuador a quienes los llamó fascistas.
De esa manera como vamos a querer que nos respeten si el presidente de los mexicanos no respeta a los ecuatorianos, a su gobierno y las decisiones que tome. Así no se puede defender a México y más si AMLO ofende a las naciones hermanas de Latinoamérica no más porque no piensan igual que él. Así no.
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