Cuando un gobierno actúa por encima de los ciudadanos, de los organismos de la sociedad, de los partidos políticos, de la opinión pública y hace lo que le vienen en gana, es una dictadura. Y no se puede llamar democrático porque hace lo que le conviene y se pasa la opinión de la ciudadanía por el arco del triunfo. Así de simple.
Les comentamos esto porque los enemigos de Tampico han dispuesto que el aeropuerto Francisco Javier Mina se cambie a la salida del municipio de Altamira, es decir, a más de 40 kilómetros del puerto.
Dicen que el desarrollo natural y económico de la zona metropolitana del sur de Tamaulipas, demanda su construcción y que “son más los beneficios que las afectaciones”.
Porque en casi 390 hectáreas se llevarán a cabo proyectos viales, complejos habitacionales, zonas comerciales y un gran parque que vendrá a mejorar la mancha urbana de esta zona. No pues sí.
Además, aseguran que hasta la fecha se han invertido 152 millones en liberar los predios y escriturarlos, pero les quedan pendientes aún tres que están bajo litigio, y que se han gastado 10 millones en proyectos técnicos de factibilidad.
Finalmente, el diputado federal, Javier “El Berrinches” Gil Ortiz, dice que el gobierno federal está elaborando el proyecto ejecutivo para conocer el costo real que tendrá y que la alcaldesa electa, Magdalena Peraza Guerra, debe razonar mejor su postura porque ese espacio será de beneficio para la ciudad. ¿Qué tal?
Por lo pronto, sería bueno que el gobierno de Calderón desenmascare a quién se le ocurrió está “brillante” idea de cambiar el aeropuerto porque ninguno de los tampiqueños quiere que se cambie y hasta donde se ve, sólo Oscar Pérez Inguanzo y el diputado Berrinches Gil, apoyan este proyecto, pero habría que decirles que ellos, ya no viven en el puerto.
Pero bueno, se sabe extramuros que “los sabios demócratas” que tomaron la decisión de cambiarlo, no le consultaron a nadie para no despertar la ambición y esperan hacer los grandes negocios ellos solitos, y esto es lo que en parte ha desatado la inconformidad ciudadana.
En fin, el caso de la reubicación del aeropuerto de Tampico será uno de los pendientes que tendrá que resolver el gobierno de Egidio Torre Cantú y si este insiste en construirlo, pues la gran lucha cívica que iniciarán los ciudadanos de Tampico a través de todas las organizaciones políticas, sociales, educativas, empresariales y de comerciantes será histórica.
Así que le sugerimos, con el debido respeto, claro está, que mejor platique con los sectores productivos del puerto para que trate de convencerlos y luego, haga un referéndum para saber si los ciudadanos quieren cambiarlo, aunque le adelantamos que la mayoría de los tampiqueños, salvo Alberto Berlanga Bolado, Pérez Inguanzo y Gil, están por un: ¡No! al cambio del aeropuerto.
Para finalizar, el diputado Negro Gamundi envalentonado dice que él dio sus resultados y que no tiene que pedir regalos. ¡Órale!
Esto es como rascarle los huevos al tigre. Ya que en su tonito socarrón y de perdona vidas expresó que su mandato en la dirigencia estatal del PRI termina hasta el 2013… y que pueden hacer lo que quieran pero él se quedará ahí porque es don chingón y se siente casi el dueño de ese partido. ¿Cómo la ven?
¡Qué bárbaro! A qué Negro tan mamón. A poco le vamos a creer que por sus blancos dientes ganó las elecciones. ¿Y Geño qué? ¿Estuvo pintado durante el sexenio?
¿A poco no le dio suficientes recursos y gente para que ganara los procesos electorales? Si era su obligación. No le hacía ningún favor a nadie. Por eso se rentó con el PRI que no se haga de la boca chiquita. No si eso de que le den alas a las víboras está bien cabrón. Y ahora que le quiten el poder ya veremos el gran berrinche que hará.
Pero bueno, todavía recordamos aquella anécdota cuando nunca le contestó el celular a Egidio Torre Cantú y ahora la quiere hacer de tos y se siente muy Don Chingón cuando en realidad, es un simple mapache de esos que abundan en Tamaulipas. ¿Qué les parece?
No hay comentarios:
Publicar un comentario