Desde que Andrés Manuel López Obrador se dio cuenta que la gente se emocionaba con sus discursos cuando mencionaba a la “mafia del poder” o gritaba “al diablo con las instituciones” y señalaba a los gobiernos corruptos del neoliberalismo, comprobó que esos eran los temas con los que podía ganar su simpatía y confianza.
Y así en sus tres campañas presidenciales -2006, 2012 y 2018- esos temas fueron una constante en sus campañas y se escuchaba creíble, convincente y millones de mexicanos lo apoyaron, parecía el gran adalid de la justicia y la lucha contra la corrupción e impunidad, que México estaba esperando para acabar con esos flagelos de la sociedad.
Sin embargo, este sueño terminó abruptamente cuando asumió a la presidencia de la República y lo primero que hizo, es no hacer nada contra los criminales y corruptos, contra la mafia del poder y los saqueadores del erario federal de los gobiernos neoliberales y esto causó mucha sorpresa, porque nadie esperaba ese comportamiento de López Obrador.
De tal manera que uno de sus primeros eventos, ya estando en Palacio Nacional, fue entregarle a Carlos Slim Helú, el Premio Nacional de Ingeniería 2018, que otorga la Asociación de Ingenieros y Arquitectos de México y si existiera realmente la mafia del poder este súper millonario, sería el presidente de esta organización que la integran muchos de los beneficiarios del gobierno.
Este primer evento realizado por AMLO como presidente de la República, contradecía todo lo antes dicho en sus tres campañas presidenciales y millones de mexicanos se decepcionaron, ya que se dieron cuenta que el tabasqueño les había mentido con la verdad.
Después corto el dialogo con los gobernadores, líderes sociales y políticos del país, así como con los organismos del sector productivo y desapareció los fondos y fideicomisos que existían, porque según esto había mucha corrupción en estos organismos, pero nunca lo demostró ni denunció a nadie.
Así que los agricultores, ganaderos, los gobiernos municipales, zonas metropolitanas, científicos, estudiantes en el extranjero, deportistas y muchos más, fueron afectados por estas decisiones de AMLO.
Igualmente acabó con las escuelas de tiempo completo, inventó un sistema de salud que fracaso y ya vamos por el tercero, pero tampoco funciona, no hay medicinas y casi siempre los doctores no tienen lo necesario para hacer una simple operación.
Además, reformó la educación a su conveniencia para formar millones de peje-zombies y lo más cruel, es que dejó sin medicinas a los niños con cáncer y hasta eliminó las guarderías infantiles.
A López Obrador le valió un cacahuate a quien afectaba y, por si fuera poco, como un vil Tirano es quien controla el presupuesto federal, “él y sólo él” decide donde y cuando se invierte, cuánto le corresponde a los estados, secretarias y organismo como el INE.
Con la Suprema Corte de Justicia se topó y a su arbitraria decisión que avaló la Cámara de Diputados, interpuso un amparo para evitar el saqueo de sus fideicomisos y en venganza ahora hasta busca desaparecerla antes de que termine su mandato.
Por supuesto que para sus obras como la refinería Dos Bocas, el aeropuerto Felipe Ángeles y el Tren Maya, entre otras más, no hubo límites y tuvo el descaro de lanzar un decreto para evitar que se transparente los gastos de sus obras al definirlas como de seguridad nacional, esto ha permitido que su hijos, amigos y parientes se conviertan en multimillonarios de la noche a la mañana, en un abrir y cerrar de ojos, haciendo negocios al amparo del poder.
Es decir, que su lucha contra el combate a la corrupción fue un extraordinario tema de campaña que nunca hizo realidad, porque además nunca le ha importado transparentar los gastos de su gestión y mucho menos el envío de dinero y otros apoyos a Cuba, Venezuela, El Salvador y quien sabe a dónde más, pero en especial no da cuenta, ni detalla, lo que gasta en los programas sociales.
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