Los 13 diputados locales y los cinco de los legisladores federales que obtuvieron licencias para participar en las próximas elecciones, así como las que se dieron a los alcaldes, síndicos y regidores de los diferentes ayuntamientos del estado y las renuncias de los servidores públicos estatales y municipales, nos hablan de la inmovilidad que existe en la clase política del estado.
Es decir, este simple hecho, nos indica que los partidos no buscan renovarse y esto no permite que nuevos actores se incorporen al escenario, siguen los mismos de siempre luchando por tener una posición electoral y en pocas palabras, la clase política en Tamaulipas está inmóvil, sigue ahí enquistada en el poder y por lo tanto, no creemos que se presenten cambios, innovaciones o proyectos que puedan beneficiar a la mayoría de los tamaulipecos.
Lo que sucede es que sí la clase política en el estado no se mueve, no le da oportunidad a que otros personajes llegue al escenario y que pudieran aportar nuevas ideas y proyectos para manejar los gobiernos, el congreso y los cabildos.
Es por esto que la ciudadanía tiene una gran decepción, frustración y desconfianza en los partidos, sus políticos y en general, no creen en la vida democrática que tenemos. El maestro Alain Touraine dibujó muy bien este fenómeno cuando en su libro “Igualdad y Diversidad, las nuevas tareas de la democracia” escribió:
“Una democracia no puede ser representativa sino da expresión a las corrientes de opinión que discuten sobre algunas relaciones de dominio y del poder, y es cuando podemos hablar que se presenta una democracia sin esperanza, lo que no significa sin expectativas”.
Pero bueno, el caso de los chapulines en la política tamaulipeca nos habla de esta inmovilidad que existe en nuestra clase política y esto nos conduce irremediablemente al abstencionismo, por la decepción que existe en la sociedad al observar que siguen los mismos de siempre. Ni más ni menos.
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