Sin duda que este asunto descubierto por el periódico norteamericano New York Times, repercutirá en las próximas elecciones federales, así como el de la Casa Blanca de la señora Angélica Rivera de Peña Nieto y la de Malinalco, del secretario de Hacienda, Luis Vidergaray Caso, ya que han causado indignación en la ciudadanía por la sospecha que existe de cómo se adquirieron esos bienes inmuebles.
Por otra parte, ahora sabemos por qué el PRI nacional no quiso darle a Murat Casab la oportunidad de ser el candidato priista a la gubernatura por aquella entidad, así que buscó afiliarse al PRD para competir y ganó esa elección estatal.
Aunque al descubrirse el manejo que hizo del dinero público, este haya renunciado a este partido político, aunado a que le quitaron a su hijo la candidatura perredista al gobierno estatal, como si estuviéramos en la época en que el poder se heredaba por la gracia divina de Dios.
Pero bueno, la investigación periodística que puso al descubierto la red de corrupción que José Murat y sus cómplices establecieron en Oaxaca, podría generar el interés periodístico de este mismo medio estadounidense o alguno mexicano, para ventilar otros casos que aunque, son evidentes y causan la sospecha pública, aún no son comprobables.
Por ejemplo, en Tamaulipas en los últimos 24 años se estableció una amplia red de complicidades,
que se fortaleció en cuatro sexenios con un grupo en el poder que para renovarse, actualmente utiliza a sus familiares a quienes ha empezado a ubicar en cargos partidistas y de los gobiernos estatal y municipal.
Y si Murat Csab logró establecer esta gran red de corrupción en Oaxaca en tan solo una década, nos podemos imaginar cómo estará el gran tejido de complicidades en Tamaulipas, que al final de cuentas, podría ser la causa de la situación de violencia e inseguridad que vivimos.
Este es un tema que nos dará mucho que hablar y esperamos que Carlos Slim, dueño del periódico New York Times no se acuerde que este grupo de tamaulipecos en el poder, le han impedido invertir en el estado y ponga a sus reporteros a trabajar sobre el caso Tamaulipas, ya que recordamos una anécdota que sucedió en San Luis Potosí cuando el hombre más rico del mundo, abordó a uno de estos ex gobernadores para pedirle permiso de invertir en Tampico y palabras más o palabras menos le contestó:
Sí claro, por supuesto don Carlos, nos daría mucho gusto que invirtiera en Tampico, pero le voy a pedir que se ponga de acuerdo con la familia Fleishman y por supuesto que Slim esto nunca lo hizo.
En fin, si el New York Times descubre el entramado tamaulipeco de corrupción que existe desde hace 24 años, aunque algunos opinan que va más allá de los 30, esta investigación periodística pudiera ser el principio del fin de este grupo, ya que sus familiares no tienen la mínima idea de cómo se gana y mantiene el poder y nosotros, cómo no somos investigadores del periodismo sino simples observadores de la política y del comportamiento de sus personajes, aquí les dejamos este caso que en los hechos podría convertirse en otro escándalo nacional. Ni más ni menos.
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